Cuando el smartphone suple lo que el sistema financiero niega

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Para quienes cruzan fronteras en busca de una vida mejor, tener al alcance un smartphone con el que poder hablar con familiares, acceder a Internet, resolver cualquier duda o decidir el próximo paso van a dar en la vida que han decidido emprender se vuelve prioritario.

Diversos estudios realizados por la UNESCO en contextos migratorios como el de Fez, en Marruecos, han documentado cómo el móvil acompaña a las personas migrantes en todas las etapas de su viaje, desde el punto de partida hasta su llegada. En la mayoría de los casos, ese dispositivo, que es mucho más fácil de conseguir que una cuenta bancaria o un piso donde residir, es el único vínculo estable con el hogar y con la posibilidad de mantenerse a flote.

Establecerse en un nuevo país, especialmente para quienes migran con el objetivo de encontrar un futuro mejor, sigue estando lleno de obstáculos, principalmente administrativos. Los requisitos burocráticos, la falta de documentación, los procesos complejos o la desconfianza institucional hacen que muchas personas queden fuera del sistema financiero tradicional en primera instancia. Sin embargo, a pesar de esta exclusión del sistema, estas mismas personas forman parte activa de las economías de sus nuevos países, al mismo tiempo que sostienen a muchas otras a miles de kilómetros de distancia a través de las remesas.

Hablar de remesas es hablar de compromiso, de cuidado y de comunidad. No se trata solamente de enviar dinero a casa, en cada transferencia hay una historia, un esfuerzo, una necesidad por ayudar y sostener a aquellos que se encuentran al otro lado del mundo. Las remesas permiten pagar matrículas escolares, garantizar atención médica, cubrir alquileres, emprender pequeños negocios o simplemente llegar a fin de mes. Son una red de apoyo económico construida desde la distancia, pero con el corazón cerca.

Frente a esta realidad, las soluciones digitales no son un lujo ni una moda, sino que se convierten en una absoluta necesidad. Ante esta situación, crear soluciones 100% tecnológicas permite un acceso universal, al solo requerir de un teléfono móvil y de conexión a Internet, sin necesidad de tener que trasladarse a un sitio físico o enfrentarse a trámites burocráticos que se pueden alargar más de lo esperado y que pueden generan frustración cuando la necesidad aprieta y el tiempo corre en contra.

Las mejores soluciones son aquellas que entienden a las personas migrantes no como usuarios genéricos, sino como protagonistas con necesidades específicas, que envían dinero por responsabilidad. Por ello, necesitan herramientas rápidas, intuitivas, transparentes en cuanto a las comisiones que les van a cobrar y creadas bajo una infraestructura segura que les garantice que el dinero llegará sin ningún problema.

No obstante, es importante también entender que cuando hablamos de enviar dinero no solo debemos poner el foco en lo que sucede en el país que acoge, sino también en el país de destino. Según datos de Naciones Unidas, el 74 por ciento de los hogares de Latinoamérica y el Caribe tienen acceso a conexiones fijas de Internet, mientras que solo el 42 % de las personas que residen en zonas rurales disponen de este acceso continuado. Es imprescindible promover que estas redes lleguen cuanto antes a la mayor cantidad de hogares posible, especialmente mediante el despliegue del 5G, que garantiza mayor velocidad, cobertura y fiabilidad.

Si queremos construir economías verdaderamente inclusivas, debemos empezar por reconocer que millones de personas viven y se organizan financieramente de otra manera. No podemos seguir diseñando servicios desde la perspectiva del cliente idealizado que ya tiene todo resuelto. Tenemos que diseñar para la realidad con la que convivimos, no sólo para la excepción.

En esta tarea, la tecnología se convierte en el principal aliado. Cuando se pone al servicio de las personas y se desarrolla desde la empatía, permite romper barreras, ampliar derechos y facilitar que nadie se quede atrás. Apostar por soluciones digitales accesibles no es solo una cuestión de innovación, sino de justicia. Porque en un mundo en el que un móvil puede ser la única herramienta disponible para conectarse, también puede ser la llave que abra la puerta a una vida más digna.

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