En defensa de una inclusión financiera digital y plena

En defensa de una inclusión financiera digital y plena

Las Naciones Unidas pusieron en marcha la iniciativa de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2015 como parte de su Agenda 2030. En la declaración que firmaron líderes mundiales de 193 países, se afirmaba sobre ellos lo siguiente: “Constituyen un llamamiento universal a la acción para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo”.

Su compromiso era conseguirlos en un plazo de 15 años. Es cierto que desde entonces se ha avanzado, pero no acorde a las expectativas del proyecto. Por llevarlo a un terreno que nos toca más de cerca, en el último informe sobre la ‘Contribución de las empresas españolas a la Agenda 2030’ se comprueba que una amplia mayoría de los negocios en España, un 89%, llevan a cabo acciones y proyectos alineados con estas metas. De entre los sectores más avanzados, los servicios financieros de banca y seguros los cumplen en un 81% de los casos.

¿Por qué es tan importante este compromiso para este sector? Porque cumpliendo con este pacto se trabaja por la inclusión financiera.

Migrar de un país a otro constituye una de las decisiones más difíciles a las que se puede enfrentar una persona. Decir adiós a familia, amigos y recuerdos es duro. Comenzar en un país nuevo, con una cultura y manera diferente de entender la vida, complicado. Querer, además, apoyar económicamente a los que dejaste atrás, en ocasiones, se hace más cuesta arriba de lo que en un primer momento pueda parecer.

Por eso, en un mundo en el que existen 281 millones de personas migrantes, es vital remarcar que es necesario trabajar por su inmersión completa en los sistemas financieros y, sobre todo, en el de las remesas.

Una de cada siete personas en el mundo está inmersa en una operación de envío o recibo de dinero. Tras la crisis por la pandemia, las transferencias internacionales, según el Banco Mundial, están batiendo récord tras récord. En 2024, se calcula que alcanzaron los 685 mil millones dólares.

En el caso de España, en 2023 se llegaron a enviar remesas por valor de 10.700 millones de euros a países en vías de desarrollo, según el Banco de España.

El beneficio de estas remesas no solo repercute directamente en las familias, también en los países de esos migrantes. En muchos países de Latinoamérica y el Caribe, estas transferencias internacionales llegan a representar hasta el 20% de su Producto Interior Bruto.

Estos son solo datos económicos de movimiento de dinero, pero ¿para qué emplean el dinero los receptores de ese envío? Según el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, alrededor del 75% de las remesas se utilizan para poner el alimento sobre la mesa y cubrir los gastos de salud, de educación o de vivienda. Realizar este envío, supone facilitar la vida de las familias y abrirles la puerta hacia un futuro profesional o educativo, por ejemplo, lleno de oportunidades.

Hablamos de trabajar por la inclusión financiera a través de las remesas, pero es imprescindible mencionar que también debemos hablar de una inclusión financiera que se escriba en clave digital.

Sin duda, uno de los pasos más complicados a la hora de emigrar es acceder al sistema bancario del país. Eso retrasa mucho que los migrantes puedan enviar dinero a sus familias. A esto se suma que en los países de origen no siempre es tan fácil acceder a un punto físico dónde recibir el dinero. Además, el hecho de cargar con él puede suponer un riesgo para su integridad física.

Se podría afirmar que una persona migrante tiene acceso antes a un smartphone que una cuenta bancaria. Permitir que se envíe dinero dentro de en un entorno 100% digital aporta un beneficio dual: para la persona migrante en España y para su familia en su país de origen.

Vivimos en una sociedad donde todo el mundo posee un smartphone, se comunica con él y desea que, prácticamente cualquier gestión, se pueda realizar a través de él. Eso incluye también el envío de dinero. El ‘Reporte sobre el estado de la industria de dinero móvil’ demuestra que las remesas móviles aumentaron en un 65%, procesando 1.000 millones de dólares en 2020.

De la mano de la tecnología, podemos construir un mundo mejor. Por ejemplo, el Objetivo de Desarrollo (ODS) 1 habla de erradicar la pobreza. De la mano de los servicios financieros y la inclusión de la población mundial en la economía digital se puede avanzar mucho en este campo. Si digitalizamos las remesas, cumplimos con el ODS 4 de facilitar el acceso a una educación de calidad, favorecemos el emprendimiento y desarrollo del empleo juvenil de muchos países (ODS 8) o eliminamos la desigualdad entre los países (ODS n10).

Siendo yo también migrante, no puedo más que repetir alto y claro, para poner mi granito de arena, en conseguir una inclusión financiera digital y plena de todas las personas que una vez abandonaron su hogar en búsqueda de nuevas oportunidades, pero que no se olvidan jamás de todo lo que dejaron atrás.

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